"Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos" (Walt Disney)

jueves, 10 de febrero de 2011

LA TOMA DE DECISIONES:EL COMPORTAMIENTO DE LOS JUGADORES EN LOS DEPORTES DE EQUIPO


En una entrevista  (El País, 20 de octubre de 2009), Ettore Messina,entrenador del Real Madrid de baloncesto y uno de los técnicos que más títulos ha ganado en los últimos años, fue preguntado sobre la libertad que deben tener los jugadores a la hora de tomar decisiones en el partido. La respuesta del técnico fue la siguiente:
[…] hasta donde la sepan gestionar. Hay jugadores que se encuentran mejor
si sólo tienen que elegir entre dos opciones y otros que pueden llegar a
contemplar diez porque saben manejarlas. La habilidad del entrenador consiste
en saber quién puede hacerlo y a ese darle libertad (…) Normalmente, los
jugadores jóvenes necesitan no tener que manejar muchas opciones y que les
dejen crecer despacio. Los veteranos suelen leer mejor las situaciones. Si se les
da una idea de juego, saben cómo aprovecharla. Por eso hay que intentar saber
bien en qué nivel de evolución está tu equipo. Y también de dónde vienen tus
jugadores y a qué tipo de disciplina táctica están acostumbrados. La clave es
leer y reaccionar. Que no piensen que el valor de sus decisiones se basa única y
exclusivamente en si la jugada termina en canasta o no porque, entonces, lo
más probable es que te pidan que tomes tú esa decisión.


La acertada reflexión de Ettore Messina tiene mucho que ver con
los factores que la investigación científica propone como factores
determinantes que influyen en la toma de decisión.
La toma de decisión de los deportistas tiene que ver con las
propias capacidades del deportista, con la tarea que
debe resolver y con las características del entorno de actuación.

viernes, 4 de febrero de 2011

EL PORQUÉ !

Hoy en día para poder optar con frecuencia a la victoria, objetivo de todos, es imprescindible disponer de jugadores cada vez más completos y mejor formados, es decir, con un excelente nivel técnico, mucha disciplina táctica y una preparación Física y Mental importante. ¿Pero qué es lo que falta? ¿Qué aspecto de la formación de un futbolista hay que considerar o estimular, para conseguir una ventaja sobre los demás?
Hay un aspecto del rendimiento de un jugador y a su vez del rendimiento colectivo del equipo, al cual no se ha dado todavía la debida importancia dentro de la Metodología del Entrenamiento: la capacidad de inteligencia en la interpretación del juego y responsable de la calidad del propio juego.
La inteligencia del futbolista será sin duda un importante parámetro para evaluar el rendimiento individual y colectivo del equipo.
La Capacidad de pensar, la toma de decisiones correcta, es fundamental, y debemos utilizar,en este sentido, la sesión de entrenamiento como herramienta básica en la adquisición de hábitos de conducta para la competición.

Es interesante y aconsejable, que los ejercicios, incluidos los de mayor exigencia o nivel físico, tengan variabilidad para provocar que el jugador decida constantemente.
Trabajando sobre los Fundamentos Individuales y Colectivos con ejercicios cuya finalidad sea la toma de decisiones, buscamos que el jugador sea inteligente en la interpretación del juego, el jugador debe de entender el juego.

"El Fútbol es un deporte de equipo donde se conocen los inicios pero no los finales" ( Paco Seirul´lo )

APRENDER A PENSAR

En toda discusión y debate sobre la enseñanza y el aprendizaje en nuestras escuelas se ponen en contraposición dos sistemas de aprendizajes diferentes. El primero de ellos es el más común y tradicional y se fundamenta en la provisión constante de gran cantidad de datos a los alumnos. De esta manera, los alumnos pueden saber claramente quién descubrió América, qué aportes hizo Newton a la física pero son totalmente incapaces de aplicar estos conocimientos a su vida cotidiana pues en principio no son útiles para la misma y por otro lado no enseñan a pensar.
El segundo de ellos propone justamente el enseñar a pensar mas que hacer que el alumno acumule datos. Esta estrategia propone que no es tan importante lo que el alumno sabe sino cómo utiliza lo que sabe para resolver las dificultades que se le presentan en la vida diaria.
Seguidamente se presenta un breve relato histórico que corresponde a Neils Bohr y que ilustra este hecho.                                                                                                             
Sir Ernest Rutherford, presidente de la sociedad Real Británica y premio Nóbel de Química en 1.908, contaba la siguiente anécdota:
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de ponerle una nota muy baja a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba completamente convencido de que su respuesta era absolutamente acertada.
Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía: ¿Qué haría usted para determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro?
El estudiante había respondido: ‘Lleve el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio’.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta, correcta y completamente.
Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta, pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada.
Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas.
Me excusé por interrumpirlo y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta:
‘Tome el barómetro y tírelo al suelo desde la azotea del edificio. Calcule el tiempo de caída con un cronómetro.
Después se aplica la fórmula:
Altura = 0,5.g.T2
(Donde g es la aceleración de la gravedad y T es el tiempo que uno acaba de calcular con el cronómetro)
‘Y así obtenemos la altura del edificio.
En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.”Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.
‘Bueno’, respondió, ‘hay muchas maneras. Por ejemplo, tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra.
Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? ‘Sí, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. A medida que vas subiendo las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que hiciste y ya tienes la altura. Este es un método muy directo.
Por supuesto, si lo que uno quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precesión. En fin, concluyo, existen otras muchas maneras.
Probablemente, la mejor sea tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.
En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares).
“Me dijo que sí, que evidentemente la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nóbel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.