"Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos" (Walt Disney)

jueves, 15 de septiembre de 2011

ARTHUR FRIEDENREICH, el olvidado mejor jugador de la historia


Nacido en Sao Paulo en 1892, su vida resulta la perfecta figura de un olvido. Hizo más goles que ningún otro futbolista, pero casi nadie lo recuerda. Fue crack del área y fundador de lo que luego el mundo conocería como Jogo Bonito. Arthur Friedenreich, el primer gran crack de la historia de Brasil, nació mulato en tiempos en los que se miraba de reojo a aquellos que no eran blancos.

Escribió de él Eduardo Galeano: “Este mulato de ojos verdes fundó el modo brasileño de jugar. Rompió con los preceptos ingleses: él, o el diablo que se metía en la planta de su pie. Friedenreich llevó al solemne estadio de los blancos la irreverencia de los chavales color café que se divertían disputando una bola de trapos en los suburbios. Así nació un estilo, abierto a la fantasía, que prefiere el placer al resultado. De Friedenreich en adelante, el fútbol brasileño que es brasileño de verdad no tiene ángulos rectos, al igual que las montañas de Río de Janeiro y los edificios de Oscar Niemeyer”.

Armando Nogueira, periodista y escritor brasileño, señaló sobre él: “Jugaba al fútbol con el corazón en el pecho del pie. Fue él el que le enseñó el camino de gol a la bola brasileña”. José Moraes dos Santos Neto, en su libro “Visão do jogo – Primórdios do futebol no Brasil”, califica a sus gambetas como mágicas; y sostiene que era bravo, guapo, capaz de seguir jugando hasta con dos dientes partidos por la violencia de los que no lo podían parar.

Cuentan que nunca falló un penal. En sus 26 años de carrera jugó para SC Germania, Ypiranga, Mackenzie College, Paulistano, Sao Paulo, Atlético Mineiro y Flamengo, donde se retiró a los 43 años. Se sabe que fue trece veces el máximo goleador paulista y que ganó once títulos. También obviamente se puso la camiseta de Brasil: consiguió los primeros dos Sudamericanos de la historia de su país. Pero no pudo jugar en el Mundial de Uruguay 1930, por una fractura de tibia.

En Europa, su nombre comenzó a ser muy conocido a raíz de una gira que realizó con el Paulistao por Francia en 1925, en la que marcó 11 goles y fue bautizado por la prensa gala como “el Rey de Reyes”

Según las estadísticas de su padre y de los periodistas Mario de Viana, Segundo De Vaney y Alexandre da Costa, hizo 1.329 goles en 1.239 partidos. Con esas cifras le gana a Pelé, quien más tarde convirtió 1.284 tantos en 1.363 encuentros. Esas números de Friedenreich, sin embargo, no son reconocidas por la FIFA por falta de registros oficiales. De todos modos, en los estudios realizados por la IFFHS en 2006, se le reconocen 354 goles en 323 partidos de Primera División. Así, consiguió lo que casi nadie en la historia del fútbol de Sudamérica: sólo Friedenreich, el argentino Bernabé Ferreyra y el peruano Valeriano López tienen más de un gol de promedio por partido.

También se construyó una leyenda a su alrededor: como en los primeros años del siglo pasado el fútbol en Brasil era territorio exclusivo de ricos, blancos y distinguidos, Friedenreich, mulato, hijo de un comerciante alemán y de una lavandera negra, utilizaba polvo de arroz para esconder su origen y parecer bronceado. Fue, así, el primer crack negro de la historia de su país.

Se retiró en julio de 1935 a la edad de 43 años, cuando jugaba para el Flamengo. Comunmente se le atribuye el descubrimiento y desarrollo del tiro con chanfle o efecto, que consiste en una técnica para patear la bola produciendo una trayectoria curva.

Arthur Friedenreich era apodado "El Tigre" o "El mulato de ojos verdes".

Falleció el 6 de septiembre de 1969, a la edad de 77 años.


Leónidas Da Silva - Arthur Friedenreich - Pelé

miércoles, 7 de septiembre de 2011

FRITZ WALTER: El hombre que prefería la lluvia

Aquí les dejo una de esas historias de fútbol que enganchan...

Espero la disfruten.


Fritz Walter
 

".......Beckenbauer, por entonces capitán de la selección alemana, invocó al mito el 3 de julio de 1974,minutos antes de que comenzara la semifinal contra Polonia.
Puede parecer curioso, pero los alemanes temían más a los rapidísimos polacos que a los holandeses de Cruyff.
Diluviaba sobre Frankfurt y parecía obvio hablar de Walter: decir “hace tiempo de Fritz Walter”, en alemán, significa que llueve. Pero había mucho más. Se cumplían casi exactamente 20 años de la final de Berna, y Fritz Walter, el campeón más grande, iba a ver el partido. Beckenbauer reunió a sus compañeros y les habló de Fritz Walter......"

Fue un futbolista excepcional, una fiera en cualquier zona del campo. Un Di Stefano, según quienes le vieron. Fue el hombre que dio a Alemania la Copa del Mundo de 1954, con aquella increíble final de Berna contra la gran Hungría. Llovía en Berna, y eso, evidentemente, ayudó. Pero la grandeza de Fritz Walter superó una simple final, o una simple carrera deportiva. Fue la grandeza de una vida extraordinaria.

Debutó con el Kaiserslautern, el equipo de su ciudad, a los 17 años. A los 19, en 1940, vistió la camiseta internacional en un encuentro amistoso contra Rumanía.
Ya había estallado la guerra y la Alemania nazi organizaba partidos con sus aliados. Luego se acabó el fútbol.
Fritz Walter fue reclutado, asignado a las fuerzas paracaidistas y lanzado sobre la frontera entre Hungría y Eslovaquia. Le hicieron prisionero y le internaron en un campo de concentración, donde contrajo la malaria. Esa es la razón, bien conocida, de que no pudiera soportar el calor del sol (le subía la fiebre) y prefiriera la lluvia.
Durante el cautiverio, jugó algún partidillo de fútbol con los guardianes húngaros. Cuando llegaron los rusos, para llevarse a los alemanes a un gulag soviético, los guardianes afirmaron que Walter era austríaco. Y le salvaron la vida.
Volvió a su país, volvió al fútbol, dio dos ligas (1951 y 1953) al Kaiserslautern y capitaneó la selección de 1954. Venció a los húngaros, pero no les olvidó. Dos años después, en 1956, los tanques soviéticos tomaron Hungría mientras la selección andaba de gira. Los jugadores se negaron a volver, e iniciaron un triste peregrinaje por Europa occidental: Puskas, Czibor, Kocsis, Hidegkuti y compañía se convirtieron en los Globetrotters del fútbol de posguerra. ¿Saben quién les organizaba amistosos y les prestaba dinero? Fritz Walter, que con casi 40 años seguía siendo el capitán del Kaiserslautern y de Alemania.
Después de la retirada, sin apenas ahorros, declinó las ofertas para convertirse en técnico o directivo. Eligió trabajar en la rehabilitación de presos. Poco antes de morir, en 2002, afirmó que en su vida había sido
“absolutamente feliz”.


Alemania venció a Polonia 1- 0 gol de Muller, el 3 de Julio de 1.974, en Frankfurt, en un día lluvioso, y después de que Beckenbauer recordara a sus compañeros quién fue Fritz Walter, el mismo que iba a estar en el estadio viendo el partido.
Cuatro días más tarde, el 7 de Julio de 1.974, Alemania se proclama campeona del mundo tras derrotar a Holanda 2 - 1