"Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos" (Walt Disney)

jueves, 22 de enero de 2015

Sal de tu zona de confort

Los seres humanos somos animales de costumbres dentro de nuestra zona de confort, tenemos una vida rutinaria, nos levantamos a la misma hora, desayunamos lo mismo, vamos al trabajo o a la escuela por el mismo camino, hablamos con la misma gente, saludamos de la misma manera, etc.

Así estamos cómodos y no nos damos cuenta que hay otras cosas porque no las experimentamos y así postergamos nuestra superación personal y por tanto nuestro éxito.

Tu zona de confort es el conjunto de hábitos, creencias, acciones y modelos de comportamiento a los que estás acostumbrado y que, al salirte de la misma te provoca incomodidad, nerviosismo, miedo.

La vida avanza, no se detiene y por supuesto no nos espera por aquello por lo que no hemos luchado. Sin embargo, los pocos que se atreven a experimentar, es decir a salir de esa zona de confort, se dan cuenta que merece la pena. Descubren lo que significa el placer de perseguir un sueño. Creen en ellos porque ellos son los únicos protagonistas de sus vidas, no dejan a nadie que tome sus propias decisiones. Salir de su zona de confort les hace aprender a gestionar correctamente sus temores y eso les aumenta la autoestima de una forma tan sorprendente que les permite tener una nueva visión de la realidad, pero esta vez llena de oportunidades y motivaciones.





martes, 13 de enero de 2015

Entrevista: Claudio Naranjo, psiquiatra Chileno

"La educación que tenemos roba a los jóvenes la conciencia, el tiempo y la vida"

Según el psiquiatra chileno Claudio Naranjo, “la misión de la educación hoy es hacer a la gente igual y crear trabajadores en lugar de desarrollo humano”. Pero, ¿quién es responsable de este sistema educativo que solo enseña y no nos deja aprender desde nuestro propio interés? ¿Por qué nos adaptamos al sistema económico como a un déspota en lugar de tener un sistema que se adapte al hombre? ¿Qué nos hace guiarnos por el deber y no por el placer en la vida?

"La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía!"



Cuando uno escucha a este psiquiatra chileno de 75 años da la sensación de estar frente al Jean-Jacques Rousseau de nuestro tiempo.

Cuenta que estaba bastante dormido hasta que en los años 60 se fue a vivir a EE.UU., allí fue discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX y formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Allí tuvo grandes experiencias en el mundo terapéutico y en el mundo espiritual. Contactó con el sufismo y se convirtió en uno de los introductores de Eneagrama en occidente. También bebió del budismo tibetano y el zen.

Claudio Naranjo ha dedicado su vida a la investigación y a la docencia en Universidades como Hardvard y Berkeley. Ha fundado el programa SAT, una integración de la terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de profesores. En este momento está lanzando un aviso muy contundente: o cambiamos la educación o este mundo se va a pique.

-Dices que para cambiar el mundo hay que cambiar la educación ¿cuál es la problemática de la educación y cuál es tu propuesta?

-La problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización. Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente sea lo que podría ser.

La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia. Tenemos una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida.

El modelo de desarrollo económico de hoy ha eclipsado el desarrollo de la persona.

-¿Cómo sería una educación para que seamos seres completos?

-La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mi me parece que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional. Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa. Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.

-¿Cuándo hablas de espiritualidad y de mente profunda a qué te refieres exactamente?

-Tiene que ver con la conciencia misma. Tiene que ver con aquella parte de la mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque la educación de valores es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta transformación está muy lejos de la educación actual.

La educación también tiene que incluir un aspecto terapéutico. Desarrollarse como persona no se puede separar del crecimiento emocional. Los jóvenes están muy dañados afectiva y emocionalmente por el hecho de que el mercado laboral se traga a los padres y ya no tienen disponibilidad para los hijos. Hay mucha carencia amorosa y muchos desequilibrios en los niños. No puede aprender intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente.

Lo terapéutico tiene mucho que ver con devolverle a la persona la libertad, la espontaneidad y la capacidad de conocer sus propios deseos. El mundo civilizado es un mundo domesticado y la enseñanza y la crianza son instrumentos de esa domesticación. Tenemos una civilización enferma, los artistas se dieron cuenta hace mucho tiempo y ahora cada vez más los pensadores.

-A la educación parece solo interesarle desarrollar la parte racional de la gente ¿Qué otras cosas podrían desarrollarse?

-Yo pongo énfasis en que somos seres con tres cerebros: tenemos cabeza (cerebro intelectual), corazón (cerebro emocional) y tripas (cerebro visceral o instintivo). La civilización está íntimamente ligada por la toma de poder por el cerebro racional. Con el momento en que los hombres predominaron en el dominio político, unos 6000 años atrás, se instaura esto que llamamos civilización. Y no es solamente el dominio masculino ni el dominio de la razón sino también de la razón instrumental y práctica, que se asocia con la tecnología; es este predominio de la razón instrumental sobre el afecto y sobre la sabiduría instintiva lo que nos tiene tan empobrecidos. La plenitud la puede vivir sólo una persona que tiene sus tres cerebros en orden y coordinados. Desde mi punto de vista necesitamos una educación para seres tri-cerebrados. Una educación que se podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona, hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón.

Al sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni que piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia, se le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia.
La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.

-La educación nos sumerge en un mar de conceptos que nos separan de la realidad y nos aprisiona en nuestra propia mente ¿Cómo se puede salir de esa prisión?

-Es una gran pregunta y es una pregunta necesaria en el mundo educacional. La idea de que lo conceptual sea una prisión requiere una cierta experiencia de que la vida es más que eso. Para uno que ya tiene el interés en salir de la prisión de lo intelectual, es muy importante la disciplina de detener la mente, la disciplina del silencio, como se practica en todas las tradiciones espirituales: cristianismo, budismo, yoga, chamanismo… Parar los diálogos internos en todas las tradiciones de desarrollo humano ha sido visto como algo muy importante. La persona necesita alimentarse de otra cosa que conceptos. La educación quiere encerrar a la persona en un lugar donde se la somete a una educación conceptual forzada, como si no hubiera otra cosa en la vida. Es muy importante, por ejemplo, la belleza. La capacidad de reverencia, de asombro, de veneración, de devoción. No tiene que ver necesariamente con una religión o con un sistema de creencias. Es una parte importante de la vida interior que se está perdiendo de la misma manera en que se están perdiendo los espacios bellos de la superficie de la Tierra, a medida que se construye y se urbaniza.

-Precisamente quería preguntarte tu opinión sobre la crisis ecológica que vivimos.

-Es una crisis muy evidente, es la amenaza más tangible de todas. Se puede prever fácilmente que con el calentamiento de la Tierra, con el envenenamiento de los océanos y otros desastres que están pasando, no vamos a poder sobrevivir tantas personas como las que somos ahora.

Estamos viviendo gracias al petróleo y consumimos más recursos de los que la tierra produce. Es una cuenta atrás. Cuando se nos acabe el combustible será un desastre para el mundo tecnológico que tenemos.

La gente a la que llamamos más primitiva como los indígenas tienen una forma de tratar a la naturaleza que no viene del sentido utilitario. En la ecología como en la economía y otras cosas, hemos querido prescindir de la conciencia y funcionar sólo con argumentos racionales y eso nos está llevando al desastre. La crisis ecológica sólo puede pararse con un cambio de corazón, verdadera transformación, que sólo la puede dar un proceso educativo. Por eso no tengo mucha fe ni en las terapias ni en las religiones. Solo una educación holística podría prevenir el deterioro de la mente y del planeta.

-¿Podríamos decir que has encontrado un equilibrio en tu vida a esas alturas?

-Yo diría que cada vez más, aunque no he terminado el viaje. Soy una persona que tiene mucha satisfacción, la satisfacción de estar ayudando al mundo en el que estoy. Vivo feliz, si se puede ser feliz en esa situación trágica en la que estamos todos.

-Desde tu experiencia, tu trayectoria y tu madurez, ¿cómo procesas el hecho de la muerte?
-En todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más. Yo creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes de morir. Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es, es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc… No estamos en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto horizontal de nuestra vida. Pero poco atentos a la dimensión vertical de nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora.

A veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda de otras cosas menos importantes como la gloria.



Autor: Alberto D. Fraile Oliver - Fuente: Fundación Claudio Naranjo


Interesante entrevista a Claudio Naranjo

"Ayudar a aprender a un niño es muy distinto a enseñarle"



lunes, 5 de enero de 2015

Entrevista: Martín Palermo

Martín Palermo (La Plata, Buenos Aires; 1973) no regatea ningún tema. Multicampeón y máximo artillero de la historia del Boca Júniors (236 goles), en España su carrera fue fugaz entre Villarreal, Betis y Alavés, y no pudo explotar su fetiche, el gol. El ex delantero, y ahora técnico del Arsenal FC de Argentina, sereno y reflexivo, analiza su vida en el fútbol.



¿Usted de pequeño iba a todos lados con el balón?

Sí, con el fútbol siempre. De muy chico, en el barrio, estaba siempre con la pelota. Yo era el que llevaba el balón al colegio.

Eso es más de portero que de goleador.

Y bueno… era arquero. A los seis años comencé de portero en el Estudiantes. Todo era por mi hermano, que es mayor que yo, y de chiquito quería hacer todo lo mismo que él. Hasta que a los once años pasé a jugar de delantero y no lo dejé nunca más.




¿Qué le aconseja a los jóvenes jugadores?
Que si eligieron ser futbolistas tienen que explotar al máximo todo, ser inteligentes y profesionales. No se vive solo del momento de alcanzar la posibilidad de comprar el coche, el teléfono, o estar todo el tiempo viviendo cosas de adolescentes. Hoy en el fútbol argentino para un chico es más fácil llegar a Primera, hay equipos con menos recursos y es abismal la diferencia de conocimientos y preparación que tienen los jóvenes al llegar a la Primera División. En cualquier plantilla hay seis o siete futbolistas que no han jugado ni 10 partidos y, por el solo hecho de estar con el grupo se creen con derecho a muchas cosas.

¿En su última etapa como jugador del Boca usted fue a buscar a compañeros jóvenes a la discoteca?

Fue algo que sucedió una o dos veces. Recuerdo una situación en la que habíamos perdido un clásico y me enteré que había uno de los chicos dando vueltas. Fui a buscarlo, más que nada, para evitar problemas con algunos aficionados que había en el lugar. Imagínese que después de perder un clásico no es común para los hinchas ver un jugador en la discoteca.

¿Cómo se cuida al futbolista de todo lo extradeportivo?

Para eso nunca estás preparado. Yo tuve que aprender muchísimas cosas solo. Gente que se te acerca, amigos del momento y que después desaparecen, la noche, la prensa, y un montón de situaciones que en las divisiones inferiores no te preparan para afrontar. También está la educación y formación de los padres, pero hay cosas para las que no te pueden preparar y hay que vivirlas.

¿Cómo son los equipos de Palermo entrenador?

Tienen orden, algo que es primordial. Son equipos seguros, bien estructurados, con una identidad, y con jugadores que se entregan al máximo durante los 90 minutos. Y después, según las características de los jugadores, la propuesta de juego puede cambiar.


¿No está aferrado a un sistema?

No, todos los equipos tienen las alternativas que, como consecuencia de la técnica de los jugadores, te pueden permitir implementar tu forma de juego. Es fácil ser el Barça y el Madrid, tener esos jugadores, y morir con tus formas. Yo siempre quiero un equipo protagonista, con presión alta y agresividad para atacar.

¿Su mejor recuerdo en el fútbol es el Mundial de Sudáfrica?
Sería injusto si solo marco a Sudáfrica. Aunque un Mundial no se compara con nada, no hay final de la Libertadores, no hay final de la Intercontinental, no hay final de nada que se asemeje a algo tan grande [jugó solo unos minutos, y marcó un gol].

¿Messi llegó a Sudáfrica mejor que a Brasil?

No, yo creo que le faltaba todavía. Le faltaba asumir el rol de líder. Sentirse importante dentro del grupo. No sé si fue la capitanía o la experiencia pero en Brasil estaba más formado. En Sudáfrica llegó después de ganar muchas cosas pero todavía, en la selección, le faltaba asumir ese rol. En Brasil se vio un Messi más participativo a nivel de grupo.

¿Usted compartió un viaje de dos horas y media con él en el autocar sin hablar?
Sí, el viaje a Pretoria.


¿Un silencio incómodo?

No, para nada, ya lo conocía porque viajábamos siempre juntos y hasta nuestras familias vivían en el mismo complejo. Yo hablaba más con sus hermanos que con él. Yo soy tímido pero Leo es más que yo. A mí hubiera gustado preguntarle cosas del Barcelona pero me daba vergüenza.

¿Qué le hubiera preguntado?

Lo que significa estar en un club tan importante como el Barcelona, cómo es el día a día, o cómo es la gente. Yo sé lo que es el Boca pero no creo que el Madrid y el Barcelona se asemejen en nada. Yo quería que un representante tan importante como él me lo cuente.

¿Joaquín Sabina le pidió permiso para utilizar su nombre en la canción Dieguitos y Mafaldas?

No. Me sorprendió porque yo no sabía nada y un día lo conocí en Málaga. Estábamos concentrados con el Villarreal y alguien me dijo que Sabina me había nombrado en una canción y que me quería conocer. Yo pensaba: “¿Qué le digo?” Le agradecí y él dijo que cuando volviera a Argentina quería que lo fuera a ver a un concierto. Cumplí, fui tres veces.



Palermo guarda un recuerdo agridulce de su paso por España. Llegó en 2001 al Villarreal, y de amarillo disputó 81 partidos y celebró 21 goles. Peor le fue en sus otros dos destinos: 11 partidos y un gol en el Betis, y 14 encuentros y tres dianas en el Alavés.

¿De los entrenadores que tuvo en España [Víctor Muñoz, Benito Floro, Víctor Fernández y Pepe Mel] quién le influyó más?

Ninguno. Pepe Mel fue el único que me hizo sentir a gusto. Después ninguno de los otros tres me dejó nada.

¿Qué le faltó para triunfar en Europa?

Que no se me cayera la pared en la pierna [en un partido de Copa en el campo del Levante se rompió el tobillo derecho al caerle encima un muro mientras celebraba con los aficionados un gol]. Cuando mejor estaba se me cayó la pared.

¿Qué pensó?

¿Qué iba a pensar? Un choque, una patada, pero, ¿una pared? Me hubiese gustado tener la posibilidad de dar el salto que yo buscaba. Cuando llegué al Villareal sabía que no iba a mostrar todo, no era el equipo que se armó después. Mi idea era estar uno o dos años y progresar a un equipo más competitivo. Pero a los nueve meses me pasó lo de la lesión y me hizo volver atrás. Fue lesión que más me costó en mi carrera para volver a jugar un nivel bueno. Me fui al Betis y al Alavés, que estuvimos a un punto de ascender. Si hubiéramos logrado el ascenso me hubiese quedado.



Fuente: www.elpais.com