"Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos" (Walt Disney)

jueves, 12 de marzo de 2015

Entrevista: César Mendiondo

"Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, arrástrate, pero hagas lo que hagas, siempre sigue hacia delante". 
(Martin Luther King)


De mano derecha de Aragonés en la Euro'08 a entrenar en Tercera
Entrevista a César Mendiondo, que ayudó al 'Sabio de Hortaleza' a acabar con el derrotismo del fútbol español y que hoy tiene que luchar con el Torrejón sin los flashes de antaño.



Es la otra cara del éxito. Una prueba más de que la vida tiene poca memoria. "Pasa en el fútbol y me parece que en todos los premios", explica César Mendiondo (Madrid, 1966), que hoy es el entrenador del Torrejón de Ardoz en el Grupo VII de Tecera división. Ayer, sin embargo, fue la mano derecha de Luis Aragonés en aquella maravillosa selección española que ganó la Eurocopa 2008 y que acabó con la tendencia victimista de nuestro fútbol. Una época maravillosa en la que Mendiondo era uno de los hombres de Luis que daba órdenes a Xavi, a Iniesta, a Torres, a Villa…

Hoy, sólo es el entrenador del último clasificado del Grupo 7 de Tercera división. Es como si aquel pasado, aquel César Mendiondo (que, sin ir más lejos, el año pasado era segundo de Roberto Carlos en el Svasspor turco) hubiera dejado de existir. Ahora, dirige a jugadores anónimos que entrenan por la noche y que llevan a preguntarle a Mendiondo si esto es justo, si esto es un alegato al romanticismo por su parte o si, simplemente, es lo que hay. "Y es verdad", contesta. "Es lo único que hay. O lo único que tengo", matiza. "Fue lo único que me ofrecieron el año pasado cuando volví a España. Y no me siento mal por ello. Al contrario. Uno tiene un oficio y no seré ni el primer entrenador ni el último que para trabajar ha de hacerlo en niveles más bajos".


Ante eso, ¿sólo cabe la resignación?

No, el realismo. Somos muchos entrenadores. Es verdad que yo he trabajado con Luis Aragonés, con Roberto Carlos… De hecho, tenía trabajo con Roberto, pero yo tengo que estar donde está mi familia y mi familia no podía ir a Turquía. Así que volví a España y pasa lo que pasa. La gente no me conoce. No he sido un gran futbolista, y entonces es más difícil que se me abran las puertas. Pero no pasa nada. No me quejo.


¿Por qué no se queja?

No me gusta la queja. En el fútbol puedes ser feliz en cualquier lado y yo lo soy en Torrejón. Es más, mientras tenga un equipo seré feliz. Tuve siempre presente que esto podía pasar. Después de más de 20 años de fútbol, le pasó al mítico Jesús Paredes cuando se fue a Boca Juniors como ayudante de DiStéfano. Al volver, la única opción que le quedó fue el Parla en Tercera división y la cogió y me decía que lo hizo porque "un entrenador sólo es feliz sin entrena". Y de ahí volvió a la elite…

¿Entonces por qué Luis no entrenó los últimos cuatro años de su vida?

"No se dio. Hubo un momento que ni siquiera él lo supo. Pero la realidad es que no paraban de llegarle ofertas de China, de Méjico, de Portugal, de infinidad de sitios… Era increíble. Cada día, cada semana. Hubo algunas que estuvieron a punto de cuajar y lo teníamos todo hecho para irnos… Y Luís estaba deseando entrenar, cuando nos reuníamos él siempre lo decía, pero a veces pasan esas cosas…

Su paro, sin embargo, no era el paro de Luis. Luis ya tenía la vida hecha

Pero yo no podía empezar a entrenar sin él. Cuando se forman equipos de trabajo, por encima de todo, hay una cosa que se llama lealtad. A Luis me unía todo. Al final, hasta la amistad. Pero es verdad que el último año, antes de morir, me miró a los ojos, con esa franqueza que lo hacía él, y me dijo: "César, usted ya está preparado para salir y tiene que salir".

Y se marchó

No me marché. Le pedí permiso y volvió a decirme, "tienes que irte", e incluso Roberto Carlos habló con Luis para hacerme su segundo en el Svasspor y le dijo que "adelante" y que no había problema.

¿Cómo fue la enfermedad de Luis?

"No lo sé, sinceramente. Era un hombre tan fuerte… No nos dejaba ser conscientes de que estaba enfermo. Luis no compartía esas cosas con los demás. Sólo compartía alegrías o fútbol. Era un hombre genial. Yo estuve con él casi siempre. Me hizo debutar en el Atlético, coincidimos en el Espanyol, vivimos en la selección desde el Mundial de Alemania 2006, en el Fenerbahçe…

¿Luis está ahora en el Torrejón de Ardoz?

Todo lo que hago en un campo de fútbol siempre es pensando en Luis. Cada problema que hay, cada situación… Siempre me acuerdo de él. Y me acuerdo porque fui un afortunado. Durante seis años, viví en una Universidad de fútbol y me encontré con un hombre que era un maestro y que nos decía a sus colaboradores que, en realidad, todos éramos uno. Te daba una fuerza… Hasta para eso supo modernizarse Luis. Y claro que ahora su espíritu está en el Torrejón…

La diferencia es que en aquella Eurocopa usted hablaba de cómo ganar a los alemanes; ahora lo hace de cómo ganar al Navalcarnero. ¿Nadie de los de la Eurocopa le ha llamado?

No, ¿para qué? ¿por qué iban a hacerlo? ¿para darme darme trabajo?

O para preguntar

Tampoco. El mundo del fútbol pasa muy rápido. Los jugadores tienen muchos entrenadores. No pueden recordar a todos. Excepto en Inglaterra, la mayoría duramos poco en los equipos. Así que muchas veces lo único que te queda es la esencia, el recuerdo y no muchos más. Hay que aceptarlo.

¿Llega usted a los 1.000 euros en el Torrejón?

Si le digo mi sueldo lo va a publicar. Entonces no se lo voy a decir. Pero no estoy aquí por dinero. He jugado en el Atlético, en el Espanyol, en el Rayo…, y nunca fui a un sitio por dinero. Prefiero ser feliz y en el Torrejón lo soy. Me queda cerca de mi casa en Moratalaz y estoy con mi familia. Si no fuese por eso podía haberme quedado con Roberto Carlos en el Svasspor turco. Hicimos cosas buenas, metimos al equipo a la Europa League.

No consigo que se arrepienta

¿Cómo me voy a arrepentir de tener trabajo? ¿Se da cuenta de lo que dice?

Sí, bueno…

No, si yo también le entiendo a usted. Pero yo he elegido esta profesión. Sé lo que es. Por eso cuando hablo con mi hijo, que ahora está estudiando en Estados Unidos, se lo digo bien claro: "tu padre sólo ha estudiado fútbol, no puede tener otra profesión". Y es así. Pero también le digo que el día de mañana estaré más arriba. No tengo ninguna duda. Tengo mucha formación. Llevo quince años preparándome.

Pero ahora es feliz en el Torrejón. No todos los trabajadores lo son en sus empresas. Juega usted con ventaja

¿De qué vale no ser feliz? Mire, yo trabajo en precario aquí, no tenemos casi de nada. Pero sí tenemos gente que está aquí por amor al fútbol. Gente que viene a entrenar después de todo el día trabajando. Alguno, incluso, se dedica a descargar… Pero eso también es bonito de ver. Es una forma de vida. El hecho de que esa gente se exponga a aguantar los gritos de un entrenador…. ¿Cómo no le vas a dar valor? No todo en el fútbol se resume a los goles de los futbolistas de elite.




Fuente: www.publico.es (Alfredo Varona)

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