"Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos" (Walt Disney)

domingo, 17 de mayo de 2015

El punto débil de la cuerda; los entrenadores

Extracto del libro "Frases de Fútbol" de Miguel Gutiérrez




El punto débil de la cuerda

Los entrenadores

"Mi hijo es cirujano y todos los días toma decisiones de vida o muerte. Aún así, creo que mi trabajo es el más importante que pueda imaginar" David Pleat, entrenador del Sheffield Wednesday

"Entrenar hoy en día es como la guerra nuclear: no hay ganadores sino supervivientes" , gruñía Tommy Docherty allá por 1.992. Y eso que el viejo Doc pertenecía a una cultura, la del fútbol Británico, en la que el entrenador ha sido tradicionalmente una figura relevante y respetada como no podemos siquiera sospechar en otras latitudes. En Inglaterra, el entrenador ejerce de manager. No solo prepara física y tácticamente al equipo, sino que planifica el futuro del club, negocia sueldos, compra y vende. Habitualmente, el manager no ha de soportar injerencias sino que decide y ejecuta. No se trata de un mero alineador al servicio del presidente o del director deportivo de turno. Sin embargo, Docherty subrayaba hace ya dos décadas que la profesión se había vuelto peligrosa, y algo de razón tenía.


Tommy Docherty

El Liverpool, que tuvo doce entrenadores en su primer siglo de historia, entre 1.892 y 1.991, lleva ya ocho en los veinte años posteriores. Y los nuevos inversores extranjeros llegados a la premier no se caracterizan por su paciencia, precisamente. Alex Freguson o Arséne Wenger son excepciones en las que un nombre se acaba fundiendo con la institución para la que trabaja. Por lo general, el entrenador es un profesional de trayectos cortos que tan pronto llega aclamado como sale repudiado tras dos malos resultados. "Firmar el contrato es el momento de gloria. A partir de ahí la situación empeora", recordaba Carlos Queiroz sobre su llegada al banquillo del Real Madrid. 

"Como presidente, tengo la obligación de respaldar al técnico hasta cinco minutos antes de echarlo", reconocía Alfredo Davicce. La exposición pública y la tiranía imperante de los resultados someten a los técnicos a un fuerte desgaste. Es como si tuvieran fecha de caducidad. "Los entrenadores son como el pescado: pasado un tiempo, empiezan a oler", relataba Giovanni Trapattoni. Según Bobby Robson, "Los pintores no ganan dinero hasta que están muertos, y lo mismo ocurre con los entrenadores. Nadie reconoce su trabajo hasta que dejan este mundo, y entonces la gente dice: ¡Oh qué bueno era, era como Picasso!"

Giovanni Trapattoni

Árbitros aparte, el oficio de entrenador es uno de los más ingratos que se conocen. Quedan, eso si, los consuelos del sueldo y del finiquito, que no son poca cosa. Como recuerda José Mourinho, "los entrenadores más ricos son aquellos a los que más veces han despedido".
El entrenador vive bajo una sospecha permanente. ¿Hasta qué punto es importante su trabajo? ¿Qué mérito tiene entre el buen o mal juego del equipo? "Un entrenador es responsable del 10% de las victorias y del 90% de las derrotas", calibraba Didier Deschamps, recién estrenado en los banquillos y asumiendo que el fútbol para él ya nunca sería lo mismo. 
Según Bryan Robson, que fue entrenador-jugador del Middlesbrough, "en la mente del público, los jugadores ganan partidos y los entrenadores los pierden".
Aparte de preparar al equipo, el entrenador cumple otra misión: ejercer de pararrayos. Unas veces reciben los golpes que corresponden a sus subordinados y otras, a sus superiores. según el propio Cruyff, "la gente quiere un entrenador en el banquillo para tener un punto de mira por si las cosas van mal".

Johan Cruyff
El viejo dicho que establece que la cuerda siempre se rompe por el punto más débil tiene su equivalente en el mundo del balón: "Es más fácil despedir a uno que a veinte", se suele decir. Y en el fútbol, el entrenador es - salvo excepciones- el más indefenso. "Me encanta el fútbol, pero entrenar es la profesión más solitaria que existe. A veces piensas que eres tú contra el mundo", se lamenta otro holandés, Dick Advocaat

Para los entrenadores con un fuerte respaldo, la vida resulta mucho más sencilla. "Cuando los futbolistas creen que ellos están por encima del control del entrenador solo hay una palabra que decirles; adiós", resume Alex Ferguson. Arséne Wenger, la otra gran excepción contemporánea entre los preparadores de primer nivel, es consciente de que "entrenar es una historia de amor con un club en la que tienes que esperar que dure para siempre y también aceptar que podría acabarse mañana".

Sir Alex Ferguson

Howard Wilkinson estableció que "hay dos tipos de entrenadores: los que acaban de ser despedidos y los que están a punto de serlo". Y Brian Horton iba más allá "No eres un verdadero entrenador hasta que no te despiden". Así como la muerte es parte de la vida, el despido forma parte de este oficio. El ex seleccionador irlandés Eoin Hand era aún más drástico: "solo hay dos certezas en esta vida: la gente se muere y a los entrenadores los despiden".

"Hay que estar loco para ser entrenador. ¿En qué otro trabajo dependes de once chavales bobos?" se preguntaba hace años Francis Lee, presidente del Manchester City. "Cuando empieza el partido" explica Jorge Valdano "el entrenador es un pobre tipo que pone su cargo en manos de los jugadores. Creerle dueño del resultado no es  más que una ilusión...que vende periódicos".
Marco Van Basten, uno de los mejores delanteros de la historia, jugó a las órdenes de algunos de los entrenadores más respetados de su época, como Johan Cruyff, Rinus Michels, Arrigo Sacchi o Fabio Capello. Aunque alcanzó numerosos éxitos, Van Basten no tuvo problema en criticar con fiereza al colectivo del que ahora forma parte: "si he tenido diez entrenadores, uno me enseñó algo, tres no me estropearon y seis intentaron joderme"
Su paisano Jimmy Floyd Hasselbaink, que jugó un año en el Atlético de Madrid, opinaba algo parecido: "El fútbol es tan sencillo...No comprendo por qué los entrenadores lo hacen tan difícil con sus charlas".

¿Qué es necesario para ser un buen entrenador? El escocés Jock Stein revelaba que "el secreto es mantener a los seis jugadores que te odian lejos de los cinco indecisos". Una explicación incompleta que ignora un gran foco de inestabilidad en el vestuario: los suplentes. Rodnei Marsh se va acercando al quid de la cuestión: "Todo lo que debe hacer un entrenador es tener contentos a los once suplentes, porque los once que juegan ya están contentos".
Pero según la lógica y la matemática de John Benjamin Toshack, los enemigos de un técnico son mucho más numerosos y heterogéneos: "Tienes una plantilla de 24, pero solo puedes elegir a once, así que tienes 13 enemigos. Y multiplica eso por cuatro, porque todos ellos tienen mujeres, padres, hijos...". En ocasiones, el entrenador también encuentra enemigos entre su propia familia, como le pasaba a Claudio Ranieri en el Chelsea: "Cuando dejo a Duff  de suplente, mi madre de 84 años me llama para preguntarme por qué. Quiere matarme".

John Benjamin Toshack









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